Tú, como la mayoría de las personas jóvenes, sientes una profunda admiración por muchos de los héroes que recuerda la humanidad. Y no te falta razón para admirarlos. Se trata por lo general de personajes que en un momento determinado supieron entrar en la inmortalidad de la fama mediante una actuación brillante y destacada. Y esta bien que se honre y se venere el recuerdo de esos personajes. Son los vencedores. Son los que dominando las circunstancias adversas supieron imponer una fuerza, una idea o una cualidad. Pero, ¿Crees que son ellos los únicos triunfadores? ¿Es su victoria la más valiosa? ¿No hay acaso alguna otra forma de victoria que ante los ojos del Todopoderoso tenga posiblemente mas valor que la que algunos de los hombres destacados alcanzaron? Con poco que pienses, estarás de acuerdo conmigo en que si la hay. Veras que se trata de la victoria del carácter, la victoria de la fe, la victoria del amor. Es posible que este triunfo no fulgure como el relámpago del acero que en el campo de batalla busca la fama, ni reclame una estatua en nombre de un descubrimiento científico, pero merece la aprobación de Dios y, además, esta al alcance de todo ser humano, también al tuyo.
Quizás ya hayas descubierto que el hombre es por naturaleza orgulloso y egoísta. A veces, contra toda razón y conveniencia, se obstina en una actitud de rebeldía. Pero, tenlo bien en cuenta, será victorioso quien sea capaz de enterrar toda opinión personal egoísta, todo prejuicio, toda convicción basada en el amor propio, y aceptar la opinión sensata de quien pueda ser una inspiración para el.
Te he oído decir a veces que esperas triunfar en la vida. Recuerda que para poder hacerlo debes alcanzar, la victoria sobre ti mismo. Si, por ejemplo, encuentras que se te desatiende y se te olvida, si por azar de las circunstancias, o por deliberada acción de alguien te encuentras en el ultimo lugar y sabes mantener el imperio sobre ti mismo, y en lugar de sucumbir al desagrado o a la ira, y de levantar tus palabras que son de protesta airada, le agradeces al Todopoderoso por la lección que eso puede contener para ti, entonces, serás un verdadero vencedor. Habrás realizado la más extraordinaria de las conquistas.
 
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